Haciendo uno que otro flash back hacia el inicio de mi carrera como publicista me doy cuenta que tenía toda la actitud que caracteriza a un millenial. En ese tiempo tuve oportunidad de entrar como trainee a una gran agencia; estaba muy entusiasmado, tanto que me saltaba procesos, cuestionaba todo, me le ponía al tú por tú a mi jefe, me quería hacer notar desde el primer día.
Pero tenía tanta actitud y tanta intensidad que no duré ni 3 meses en esa agencia: me corrieron bajo el argumento de que no seguía reglas. “¡De qué me hablas!”, pensé. Así que al día siguiente de mi despido decidí imprimir unas tarjetas de presentación y fundar mi propia agencia.
Poco a poco comencé a formar mi equipo de trabajo, tuve chance de integrar personas más grandes y más jóvenes que yo. Recuerdo que observaba la actitud de unos y otros durante las horas de trabajo y definitivamente era muy distinta. Algunos pertenecían a la Generación X (1960-1980) y otros más –la mayoría- al grupo de los Millenial. A partir de entonces me di cuenta de las conductas que definían a cada una de estas generaciones.
Pese a que soy un millenial –cabe mencionar que hay diferencias importantes entre una persona nacida en los años 80 y otra en los 90- y tengo siempre una mente abierta, admito que algunas veces he tenido situaciones tensas con mi equipo de trabajo; no había comprendido, hasta ahora, varias de sus actitudes, incluso algunas no me parecen correctas. Muchas veces pensé que era por mi falta de experiencia para dirigir la agencia, o porque me veían como un “chavo” de su edad y entonces no me tomaban en serio. La realidad era otra.
Desde mi perspectiva, esta generación va más allá de chavitos rebeldes que no les gusta seguir reglas, son personas que desean ser prácticas en los procesos; cuestionan al jefe no por llevar la contra, sino para saber por qué deben hacer lo que les piden y de qué servirá hacerlo; no quieren una oficina fija, prefieren elegir el lugar que más les acomode sin que por esto descuiden su trabajo.
Ellos buscan un mentor, un líder de quien puedan aprender y con quien puedan compartir, no un jefe dictador que les marque horarios inflexibles. Quieren reconocimiento, que se les ponga una estrellita en la frente –por así decirlo- por aquellas cosas a las que dedican su esfuerzo para obtener excelentes resultados. Tienen una sed impresionante de información, quieren comerse el mundo de tres bocados.
Durante mi carrera he visto decenas de empresas, me he introducido hasta las tripas del negocio de mis clientes para analizar la estructura, procesos, y el equipo que lo conforman. En casi todas las empresas he visto que predomina la gente perteneciente a la Generación X, son personas que trabajan esperando órdenes, que no cuestionan a sus jefes, que están bajo estructuras rígidas sin horarios flexibles. Ni por equivocación existe para ellas el “viernes de salir temprano” aunque ya hayan terminado su trabajo. Y, por cierto, están lideradas por Baby Boombers (1945-1960).
Hace tiempo un cliente me dijo “¿Contratar chamacos para estarlos correteando? No, gracias. Por eso contrato gente más grande”. La frase la tengo muy presente y creo que hoy día yo le diría algo como esto: no tener talento joven dentro de una empresa implica el grave riesgo de no evolucionar, de volverse oldfashioned y ser fácilmente eliminada por la competencia.
Trabajar con jóvenes de esta generación no es malo, todo lo contrario. Las empresas deben apostar por la fórmula perfecta: gente con experiencia y gente con innovación. ¿Se imaginan las ventajas de esto? Dicho mix les permitirá construir grandes proyectos con bases sólidas e ideas frescas, mejores formas de conectar con la gente y permanecer actualizados.
Si tu agencia o empresa no tiene gente joven es tiempo de empezar a reclutarlos, no corras el riesgo de quedarte estancado. Y ustedes, queridos millenials, tomen en cuenta que ser rebeldes no significa ser groseros, se trata más bien de buscar líderes que les compartan conocimiento y los ayuden en su crecimiento profesional.
Por ello, a continuación te presento una serie de puntos para adaptarnos a estos tiempos, y que sirven para construir un mejor lugar de trabajo:
-No hay horarios de agencia, cada quien decide el suyo.
-Una vez al mes podemos trabajar desde nuestra casa, notificando esto con anticipación y estando conectado al intranet.
-Cada quien sabe qué debe hacer y cuándo entregar, es responsabilidad de cada uno cumplir con los dead lines. Si su chamba lo permite, los viernes salimos temprano.
-Tenemos un proceso que se llama “peloteo sin brief” el cual consiste en pensar en las marcas de nuestros clientes sin que nos hayan solicitado nada en especifico teniendo un pensamiento libre para proponer una idea de cómo su marca podría ayudar a tener una mejor sociedad; en este proceso nos involucramos todas las áreas de la agencia (administración, operación, creativo, mensajería, etc.).
-Todos sumamos con ideas y propuestas teniendo puerta abierta sin importar la “jerarquía”.
-Programa de becas para poder capacitarse de lo que quieran siempre y cuando sea usado en las marcas de nuestros clientes.
-Si algo no le parece a algún miembro del equipo pueden quejarse de ello, pero siempre presentando una solución por delante.
-Todos nos preocupamos dentro y fuera de la agencia porque somos familia.
Les comparto este título que descubrí en vacaciones y habla justamente de estos insights http://goo.gl/lmtXKw
¡Arrivaderci!
