Cada persona en el mundo tiene diversas necesidades que busca satisfacer, ya sea mediante un servicio o producto, por lo que también elegirá un retailer o e-commerce determinado para obtenerlo, esperando siempre que esos bienes o servicios cumplan con sus expectativas y logren satisfacer sus requerimientos. En el caso de México, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), es la institución que vela porque cada producto cumpla con lo que promueve a través de sus campañas de marketing, así como lo que promete a través de su packaging.
Desde 1976, tras la promulgación de la Ley Federal de Protección al Consumidor, es como nace dicha institución, misma que desde ese entonces tiene como prioridades defender y proteger los derechos de los consumidores, fomentar un consumo responsable y ofrecer información oportuna que beneficie la toma de decisiones de compra, según señala en su página web oficial.
Tan solo en 2018, Profeco llevó a cabo más de 48,500 pruebas a productos que pertenecen a categorías como gelatinas, café tostado, carriolas, jugos y néctares, bebidas alcohólicas, útiles escolares, pantallas LED, refrigeradores domésticos, leche en polvo y productos lácteos, entre otras más, de acuerdo con datos del Gobierno de México, esto con la finalidad de ofrecer datos a los consumidores sobre ciertos bienes y mostrar si cada fabricante cumple o no con las normas básicas o mínimas.
Exhibición de marcas, ¿cómo las perjudica?
Si bien cada marca desea que se hable de ella por sus buenos resultados, por campañas trascendentes y relevantes, así como por la comunicación que entablan con sus audiencias, esto no siempre es posible, y más cuando ciertos bienes aparecen en la “lista negra” de Profeco; es decir, cuando son señaladas por la dependencia por no haber cumplido con requerimientos mínimos que exige no solo la procuraduría, sino también su propia categoría y lo que prometen a través de sus campañas y empaques.
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Al aparecer en esta lista, hay varias cosas que entran en juego y que se ven afectadas en las marcas.
Una de ellas es que su branding se ve afectado, similar a lo que sucede ante una crisis de marca, pues al ser un órgano rector que vela por la veracidad de los productos y lo que promocionan, al no cumplir con lo que dicen y ser descubiertos por la procuraduría, su imagen y credibilidad se ven afectados.
Este perjuicio a su branding y credibilidad surte un impacto negativo en cómo las perciben los consumidores, por lo que puede traducirse en una baja en ventas, y en consecuencia, se detiene la rotación de producto, algo que podría derivar en merma o cantidad excesiva de producto, tanto en bodega como anaqueles.
Así mismo, si comunican algo en su empaque que realmente no ofrecen, podría verse obligadas a cambiar la información contenida en sus etiquetas y packaging, algo que va a requerir inversión para realizar las modificaciones pertinentes, sin dejar de mencionar la multa a la que se harán acreedores por parte de la procuraduría.