Hace unas semanas atrás sucedió un acontecimiento que capturó la atención de medios, el mundo del arte y la cultura, así como el gremio publicitario, algo que ha sucedido en otros países con diferencias en contenido, formato o consigna expresiva, por lo que Gabriel Orozco nos recuerda el entrañable lazo que existe entre el arte contemporáneo y la mercadotecnia.
Después de la cobertura de Coca-Cola y de la señal intermitente de las empresas de telefonía celular, uno de los alcances con mayor trascendencia, es el de las tiendas de conveniencia, las que gozan de impacto geográfico y por tanto en los hábitos de consumo.
Para ser específicos hablar del esquema de OXXO es tener en cuanta los siguientes números: 14,000 tiendas en el territorio nacional, cerca de 40 en Colombia, desde 1977 nace en Monterrey, por cada tienda OXXO que aparece perecen 35 abarrotes en un radio de 5km, cada 8 horas se apertura un nuevo establecimiento, tal vez con justa razón, Expansión le ha nombrado “El pequeño emperador minorista”.
Por otra parte, Gabriel Orozco es un veracruzano que ha estado abriendo campo en el mundo del arte, pues cada una de sus colecciones proponen, por ejemplo la presentada en el 2005 en el Museo Reina Sofía, donde aborda la percepción y acción en el paisaje mental, así como el papel de los espectadores.
Cabe destacar que medios, museos, galerías y bienales, consideran a Orozco como uno de los 15 artistas contemporáneos más importantes del mundo, lo cual sucedió después de ambular entre varias técnicas y propuestas. Algunas de las obras más reconocidas del creador son: Naturaleza recuperada, Mis manos son mi corazón, La DS, Papalotes negros, Matrix móvil, por citar algunas.
Los sorpréndete de su participación con la temática de Oxxo en Kurimazutto una de las galerías de la CDMX, es como el maestro Gabriel decide apostar por la expresión del consumismo, la política y la estética del remix, por medio de intervenir una tienda minorista tan arraigada en la cotidianeidad de los mexicanos. El artista que intervino 300 productos, montó además una serie de reglas que según algunos visitantes, son complicadas, pues el costo de las piezas es aun un misterio.
A favor o en contra, lo que si es que este BTL que propone poner en el centro un tema muy discutido. Orozco logró colocar estampas de una de sus icónicas obras de sus orígenes “El árbol del samurái” en productos de consumo común, lo hizo para recordarnos una de sus frases respecto a que el arte debe salir de los museos, debe transformarnos, hacernos reflexionar y colocarnos en una perspectiva distinta.
Es por lo anterior que Gabriel es precursor no solamente de la ola contemporánea en el arte, sino también es el vocero para recordarnos que en la publicidad existen posibilidades siempre y cuando tengamos la intensión de proponer, aunque el precio que se tenga que pagar sea tan alto que ponga en riesgo la credibilidad de una trayectoria, pues esa es la tónica que su misma obra plantea, la idea de que cualquier persona puede comprar, hacer, analizar y cuestionar el arte, tan simple como ir al OXXO, dejar una nota en blog o un comentario al pie de un reportaje.