Hoy en día la gente difícilmente es leal a una marca, muchas veces la razón de compra es por precio, pero para superar el factor precio debemos construir lealtad a través de las historias en su comunicación.
Salir de tu zona de confort te ayuda a superar retos personales, lograr descubrir nuevas oportunidades y salir de la monotonía.
¿Pero qué pasa si esto lo aplicamos en nuestros hábitos de consumo?, ¿acaso le damos la oportunidad a otras marcas para dejar de usar las que tanto estamos acostumbrados o a las que hicieron que nos acostumbráramos?
Me confieso un consumidor asiduo a varios productos… francamente no puedo beber de otra agua o no puedo dejar de ser víctima de los productos light, o al café de cierto lugar del cual no mencionaré la marca.
No puedo imaginar tal vez dejar de usar ese jabón que huele rico por el que dicen que no solo huele muy rico sino que te estira la piel y que además es más barato. No se crean, he estado tentado a hacerlo.
Y esto es parte de la forma en que nos involucramos con todo aquello que es parte de nuestra vida y en lo que hemos invertido toda nuestra vida.
Las marcas aplauden cuando saben eso, cuando descubren que eres uno de sus fieles consumidores, y que cada vez más se enamoran más de ti, como tú de ellas.
Recientemente, vi una pieza finalista de una reconocida agencia en un concurso de publicidad, en la que se llevó a cabo una prueba de consumo en un supermercado, en el cual, los consumidores siempre encontraban el mismo producto en el mismo lugar. Los expertos decidieron cambiar de lugar los artículos y poner nuevos en el anaquel.
A través de un video, la agencia grabó la reacción de la gente cuando llegaba por su artículo y estaba otro en su lugar. Simplemente, en actitud molesta, se dirigían hacia un empleado del lugar para preguntar sobre su producto sin mostrar interés alguno sobre la oferta del que estaba a la mano. Y es que en realidad somos adictos a las marcas, y es algo que no podemos negar.
Según el psicólogo Stephan Grünewald, cofundador del renombrado Instituto Rheingold de Colonia, las personas con un nivel de autoestima más bien bajo sufren un riesgo mayor de caer en una dependencia. Muchos dicen muy en serio:
No me puedo imaginar la vida sin el i-Phone 6
El hecho de que una marca se convierta en una adicción es algo preocupante.
En los países emergentes, fundamentalmente las marcas occidentales constituyen una expresión propia de la capa social más elevada. Allí existe ya casi una especie de deber interior que lleva a la gente a comprarse el Rolex más caro.
Por el contrario, cuanto más desarrollado es el paisaje del consumo, tanto más diferenciadas son las marcas.
Pero México está considerado como uno de los países más consumistas del mundo, creo que por eso las empresas invierten tanto aquí, y la verdad es que aunque seamos adictos a un solo producto, no dejamos de sorprendernos por lo antojable o lo mejor que se ve lo que el de al lado trae y que luchamos hasta el cansancio por obtenerlo y no quedarnos atrás. Esto también es parte de la ley de la selva.
La gente ama una marca por su storytelling, por su historia y la manera que lo cuenta. No solo haciendo branding por hacerlo. Crea estrategias que la gente esté esperando verlas y construye un ecosistema off line – on line de comunicación alineando la marca e integrando en todas las plataformas.
Lo más importante, ser coherente en su comunicación y las acciones de las marca en su servicio y producto. El video y el audio deben “matchar” frente a los ojos de los consumidores.
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