Hacer algo realmente innovador y descabellado con tu marca, sin poner en peligro su imagen y que además dé de qué hablar a los medios de comunicación, es ya un objetivo común en el brief de casi cualquier gran campaña BTL que se quiera dar a respetar. El matiz cambia cuando es precisamente el Big Boss de la compañía en cuestión quien lo hace en carne propia, sorprendiendo incluso a su propia empresa.
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Tal es el caso de Richard Branson, de quien escribí hace unos meses sobre las cinco lecciones que podemos aprender de su libro “Like a Virgin, Secrets They Won´t Teach you at Business School”. Hoy vuelvo a citarlo por la gran influencia que ese hombre puede tener en el ámbito de la comunicación BTL y el gran publicity que ha generado para varias de sus marcas de manera sublime.
Hacer buen BTL es un reto complicado, pero generar lo que ha hecho Richard Branson es para grandes profesionales. Pongamos algunos ejemplos:
En 1996, se viste de novia para lanzar Virgin Brides Venture, para lo que claro, tuvo que cortarse la barba (hey, se trata del mandamás de la marca). Pero lo anterior no es nada, ya que en 1998, para lanzar Virgin Cola en el mercado norteamericano, Branson rentó un tanque de guerra para manejarlo sobre Fifth Avenue en Nueva York, y aplastar latas de Coca Cola y Pepsi. En 2007, para celebrar el vuelo inaugural de Virgin America de San Francisco a Las Vegas, decidió realizar un acto riesgoso e impactante: saltar amarrado a un cable de acero desde lo alto de The Palms Hotel Casino, y descender 407 pies con un cuerpo visiblemente adolorido por la hazaña.
Años atrás, una mañana en la que lo despertaron a las 5:30 am para comunicarle que el London Eye (esa gigantesca rueda de la fortuna patrocinada por British Airways, la competencia de su aerolínea Virgin Atlantic), estaba teniendo problemas técnicos para mantenerse en pie, sin chistar y sabiendo de antemano que toda la prensa estaba al pendiente de la situación, envío un zeppelín que se ubicó justo arriba de la enrome rueda y que tenía la frase impresa “BA Can´t get it up” (British Airways no puede levantarla).
También se ha disfrazado de astronauta, de bailarín y hasta de Elvis. Con todo esto es fácil pensar que alguien que ya es multimillonario no tiene nada que perder ¿cierto? Lo paradójico es que precisamente todas estas acciones le han dado muchísimo que ganar. Por lo menos en notas de prensa y publicidad no pagada, así como para esa titánica tarea para posicionar una marca en la mente del mundo.
Un buen ejemplo para poner en la mesa, la próxima vez que nuestra conciencia nos diga: Naaahh… es muy arriesgado, vámonos a lo seguro (con poco impacto, pero seguro).