“Las ideas no nacen en macetas”, es de esas frases que dicen los papás sobre el dinero y que cuando te vuelves marketero tienes que adaptar. Es verdad, la creatividad, la innovación y las ideas, no nacen de la nada, se debe realizar procesos y son estos procesos por los que las agencias y freelance cobramos, obviamente además de por el resultado final, mismo al que denominamos campaña o plan.
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En los últimos años vimos llegar una invasión de aficionados al marketing, al diseño, a las redes sociales, que con todo derecho emprendieron un una guerra por precios, frescura, por atención personalizada, por inmediatez. Tal acto enoja a los mercas de formación, a los que han pasado por todos los puestos hasta ser directores, enoja a los que no han visto al mundo desde la perspectiva evolutiva en la que ahora se encuentra, a los que han olvidado el sentido en donde la mercadotecnia rompe paradigmas sociales.
Si bien es cierto que son pocas las grandes firmas que confían sus marcas a freelance, también es verdad que algunas lo comiencen a hacer, nos muestra la manera en la que el escenario se esta moviendo.
Sin lugar a dudas, las agencias ofrecen certidumbre por la cartera de clientes que manejan, por su antigüedad, además cuentan con una infraestructura y capacidad de personal, pero al mismo tiempo se han vuelto burocráticas, remilgosas para hacer cambios o nuevas propuestas y en ocasiones exigentes a un grado de priorizar sus intereses antes que los del cliente.
Por otro lado, los freelance, suelen ser YOLO´s empedernidos, faltan o llegan tarde a sus citas, piden plazos extensivos de entrega, sugirieren ideas provenidas de la cabeza de Javi Noble, se dan el taco con un par de clientes importantes a los que les hicieron un trabajo cuando precisamente trabajaban en una agencia, además exigen que la firma le facilite personal para concluir su labor, pues suelen asegurar que solitos no acabarán la chamba y que quién mejor que los trabajadores y su ayuda para consolidar la propuesta.
He trabajado desde los diferentes frentes, en gobierno contraté varias veces a agencias, luego a freelance locales (de estos que salen a hacer mundo y regresan a su tierra a dar todo), luego me di cuenta que en ambos casos hay dificultades, por lo que una manera de evitar contratiempos es por medio de contratos muy bien estipulados.
Desde hace años la moneda se invirtió, me tocó trabajar como freelance, hacerlo desde casa, andar de un lado para otro con un billete de baja denominación en la cartera y un tono de alta denominación en las presentaciones, fue una época muy divertida.
Hace un año decidí entrarle al formato de agencia, me asocié con el jovencísimo Sr. Asero y abrimos el despacho ASERO&González, para unos retroceso en cuanto a independencia, pero hemos logrado adaptar las dos visiones, los beneficios de ser agencia (para el plano gubernamental y corporativos) y los de ser freelance (para los segmentos culturales, académicos y turísticos).
Quién debe llevar su BTL es una respuesta que no tengo, no conozco su empresa u objetivos, no podría dar una recomendación sin antes enterarme de por qué lado masca la iguana. Por eso es que le he contado con acidez los aciertos y desventajas de cada perspectiva, espero le sean útiles, si no aquí andamos. Perdón por el cierre en negritas típico de freelance, pero hay hábitos que es mejor nunca olvidar ;)
