Muchos hemos visto y escuchado de las acciones en favor del medio ambiente, pero aún nos quedamos cortos. Múltiples campañas se han puesto en marcha para sensibilizar, impulsar o denunciar distintos problemas ambientales que nos afectan a todos. Y aún así, se continúan talando árboles a diestra y siniestra, el ártico se sigue derritiendo y la Selva Lacandona pierde terreno ante el embate de la modernidad. Y así, nos podemos ir con cientos de ejemplos más sin poder lograr ese impacto que nos permita predecir a futuro: que lo estamos logrando.
Las campañas de limpieza en las playas o las de reciclaje en las grandes empresas son loables, pero insuficientes. Y lo más delicado, queremos dejar la responsabilidad absoluta para encontrar soluciones a los grandes conglomerados, los gobiernos y las organizaciones sociales, pero ¿cómo podemos ayudar desde nuestra trinchera?
Un gran apoyo es impulsar y generar esa conciencia por un mundo mejor. Si bien fue en la década de los 70, 80 y 90 cuando más basura se generó en el mundo, hoy debemos revertir esa tendencia y, sobre todo, la basura correspondiente al plástico. Este problema es, sin duda, uno de los mayores desafíos ambientales del Siglo XXI.
Tan solo, y de acuerdo con con datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, una familia mexicana consume 16 bolsas rectangulares y transparentes para el acarreo de frutas y verduras y 15 de tipo camiseta para empacar todas las compras durante la semana. Mientras que en México se producen 6.5 millones de toneladas de plásticos, de los cuales 30 por ciento es reciclado cada año. De este total recuperado, el 51.2 por ciento es usado para la fabricación de bolsas, envases de alimentos y de productos de limpieza, entre otros, según la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac).
Las cifras son sólo eso, números, Sin embargo, deben servirnos para reforzar las acciones mirando hacia una forma de vida más ecológica y volvernos consumidores más responsables, al favorecer a las marcas que actúan en pro del medio ambiente y aún más a aquellas con causa y que logran mejores resultados. De no hacerlo, corremos el riesgo de que para 2025 nuestros océanos tengan 1 tonelada de plástico por cada 3 de pescado y en 2050 habrá más plásticos que peces.
Algunas de las acciones realizadas fue la reglamentación en 2020 con la Ley de Residuos Sólidos, con el fin de reducir el consumo y el uso de plásticos de un solo uso. Muchas empresas han avanzado en eso, cambiando el plástico por bolsas ecológicas o de tela, que tampoco son la solución completa al problema pero algo aportan. Al respecto, el uso de las bolsas elaboradas con materiales 100% naturales son la opción más viable, pues se desintegren e integren a la naturaleza en contraste con las actuales, que continúan dejando microplásticos dañinos para el ambiente y las especies que, por desgracia, las llegan a consumir.
Empresas diversas han sacado su versión de bolsas ecológicas, pero hay productos plásticos -como BeNat- que han surgido en el mercado y garantizan un impacto positivo en el medio ambiente. Estas bolsas son elaboradas por una empresa jaliscience, que promete una desintegración del plástico en un par de minutos y luego de entrar en contacto con el agua caliente. Mientras que en agua de ríos o mares, la desintegración tarde 180 días. La innovación resulta muy atractiva porque las bolsas tradicionales tardan entre 100 y 200 años.
Pero eso no es todo, esta empresa mexicana asegura que las bolsas hidrosolubles no afectan al medio ambiente. La razón es porque están elaboradas 100% por ciento con almidones vegetales, lo que permite salvaguardar los ecosistemas y la salud de los animales.
Veamos las mejores alternativas para proteger el planeta y seamos mejores consumidores cada día. Por el bien de todos.
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