La publicidad, moneda de cambio
Por Joan Alvares Lamarca
Si de una cosa me he dado cuenta en los últimos años, es que hay muchas cosas mejores que hacer, antes que atender un anuncio. Lo bueno es que la mayoría de la gente que conozco piensa lo mismo. Lo malo es que me dedico a la publicidad.
Por suerte y por desgracia el público tiene el poder absoluto. Una marca no puede pretender robarle tiempo a la gente sin darle nada de valor. Una sonrisa, una sorpresa, o incluso la clásica muestra del producto son tres posibles monedas de cambio. Pero las hay infinitas mucho más allá de lo que comúnmente se suele rebajar bajo el epígrafe de “marketing directo“.
En este nuevo contexto, donde la atención del público es más cara que nunca “”tres mil mensajes comerciales al día son una razón de peso para ignorar la publicidad””, el papel de las agencias debería ser el de encontrar monedas válidas: útiles para el consumidor y efectivas para el anunciante. Ya no se trata de comprar la atención del consumidor, se trata de negociar juntos.
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