¿Se han dado cuenta que cada vez vivimos en una revolución donde las relaciones están cambiado por completo?… Y ojo, no me refiero a las amorosas, de amistad y laborales, sino a la relación con los productos.
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Recientemente leí un artículo en el que se describía como los carros deberían comunicarse con otros autos para evitar accidentes, es decir, si un carro está cerca de otro, en ese momento se conectan para compartir información que evite un colapso. La verdad suena genial, sobre todo para las compañías de seguros.
Aunque esta situación parece de ciencia ficción cada vez es más normal para nosotros y me recuerda una vieja discusión con algunos colegas acerca de si el software sería o no la ventaja competitiva del futuro, y cada vez me queda claro que así es, por ejemplo, la marca Nike ahora no sólo se enfoca en crear productos cómodos y eficientes, sino que también ha creado una serie de aplicaciones e incluso dispositivos que no sólo nos ayudan a hacer ejercicio, sino que nos llenan de información valiosa, lo que empieza a trascender el tipo de relación que antes se tenía con los productos de esa marca.
Antes las empresas hacían productos para que el usuario fuera el que mandara en la relación, pero con el tiempo, se ha dado una revolución de liberación en la que los productos quieren tener voz y voto, quieren aportar más a la relación y en algunas ocasiones hasta quieren mandar, basta con el ejemplo de los esclavos de sus teléfonos celulares, que ante cualquier notificación que el celular les de, acuden a resolverla.
Como podrán ver, los consumidores poco a poco se van acostumbrando a tener relaciones a largo plazo y de valor con sus productos, y sin duda esto marcará un cambio fuerte en los ámbitos de consumo de muchas categorías. El nuevo paradigma dice: “Dejar de consumir, para empezar a relacionarnos”.