Esta columna se trata de los esfuerzos que realizan las marcas para encontrar el nuevo oro verde, es decir, los beneficios por ser o pretender ser ecológicas.
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Si nos ponemos a analizar, todo este movimiento empezó por parte de nosotros los consumidores, quienes nos hicimos cada vez más conscientes de nuestro entorno y empezamos a demandar productos amables no sólo con la naturaleza sino con nuestro medio ambiente en general, por ejemplo, para los que vivimos en la hermosísima Ciudad de México, además de interesarnos el hecho de que alguna empresa esté salvando a las cachoras albinas de Sonora, también nos preocupamos por saber qué se está haciendo en materia ecológica en esta ciudad que tanto lo necesita.
Considero que los esfuerzos de green mkt no deben enfocarse únicamente en plantar árboles, sino en sembrar la semilla de una nueva relación con la sociedad y con el medio ambiente. Esto sólo se puede lograr primero siendo verde por dentro para después ser verde por fuera. Ejemplo de esta actitud lo he visto en dos empresas que son abismalmente diferentes, la primera de ellas es la compañía Nissan quien primero demuestra ser verde por dentro con su modelo Leaf, el cual es eléctrico y por lo tanto no emite CO2, para después salir a hacer esfuerzos ecológicos en el DF por medio de una serie de esculturas monumentales que simulan ser una serpiente y que están forradas de follaje, -ya ven que los muros verdes se están poniendo de modita-.
La otra empresa no es internacional y tampoco tiene los presupuestos de una armadora de autos, se trata del café El Jarocho, que tiene varias sucursales en la colonia Coyoacán de la Ciudad de México. El esfuerzo de esta compañía tal vez es menos grande que el de Nissan pero lo que llama la atención es la creatividad que la respalda: se trata de reutilizar los botes de leche de litro, los cuales se cortan a la mitad de manera vertical y entonces funcionan perfectamente como portavasos para dos cafés. Lo que se me hizo interesante de este último esfuerzo fue la sorpresa y sonrisas que robó no sólo a los clientes sino a los que alrededor de las sucursales vimos el ingenioso artefacto.
Así que como podrán ver, ambos ejemplos no demuestran qué tanto se esfuerzan estas marcas por vender con pretextos verdes, sino que las dos generan nuevas relaciones ecológicas, por un lado Nissan adorna nuestro entorno y por el otro El Jarocho crea una nueva forma de transportar el café, lo que sin duda crea empatía con los consumidores.