Por: Erika Fonseca
Twitter: @erfonseca
email: erika.fonseca@greygroup.com.mx
Esta semana, de muchas maneras diferentes, me he encontrado con distintos problemas de color. Hablo del color en calidad del matiz de algo. No quiero ahondar en las diferentes teorías de color; es más, ni siquiera pretendo hablar del Pantone. Me refiero al color básico y elemental, como lo entiende cualquier ser humano: rojo, amarillo, azul.
No pretendo dar una clase de colorimetría, de igualación de color, de colores secundarios, primarios o ponerles de ejemplo el tan conocido círculo del color tan famoso entre los diseñadores. Más bien quisiera hacer una reflexión de mi andar por este mundo estrepitoso del diseño y la publicidad.
Así es como entonces llegamos a mi reflexión sobre la percepción visual del color. ¿De verdad significa algo? ¿De verdad tienen relevancia dentro del contexto emocional de quien lo percibe? ¿De verdad puede, un color ambiental, alterar el humor?
Muchos libros, muchas revistas y mi experiencia personal, dice que sí. Sí significan, y mucho. Sí provoca algo dentro de la psique de quien lo percibe y sí altera el humor del consumidor dentro de un ambiente.
¡Ya sé! parece que no digo nada nuevo. A ratos creo que pocos son los que de verdad responderían de manera positiva a todas mis reflexiones, por que de ser así ¿por qué todo el mundo parece cuestionar las gamas de color elegidas por un diseñador? ó ¿por qué alguien pone en duda el color en un mueble diseñado por un arquitecto? No lo sé.
Siempre me ha quedado claro que, todos, sin excepción alguna, tienen un diseñador-arquitecto-decorador-interiorista dentro y frustrado que creen tener la capacidad de elegir un color por azar, por gusto o por necedad. Señor@s, les tengo una noticia: todos aquellos que hemos elegido vivir dentro del mundo de las ideas y la publicidad, hemos llevado en contadas ocasiones cursos enteros de color. Entonces, ¿por qué no nos hacen caso? Yo sé que es mucho pedir, pero quisiera que alguien cuestionara el tratamiento de su doctor, de la misma forma que nos cuestionan a nosotr@s (Nosot@s: diseñadores, comunicólogos, arquitectos, interioristas, etc).
La percepción del color, depende de muchos, muchísimos factores. Es tan inestable que en 1963 fue creado el estándar internacional Pantone para intentar obtener en diferentes condiciones el mismo tono de color. Pero, más allá de lograr la uniformidad de colores dentro de las gamas y los tonos, hay dentro de nuestro cerebro mecanismos neuronales que nos llevan a percibir otras cosas más allá de un simple fondo.
Toda la semana he lidiado con un color en específico. He intentado no utilizar determinado color para un fondo, por innumerables razones. Casi había cedido cuando me dí cuenta del tremendo error que sería ceder. Me dí a la tarea de demostrar por qué no debería de utilizar determinado color de fondo, ya que, al terminar de leer el usuario literal sería presa de las rayas que dejaría la brillantez del tono complementario. Tal vez el lenguaje fue muy rebuscado, pero aquí les dejo un gran ejemplo:
Fijen su vista durante treinta segundos en el punto negro ubicado al centro del de la retícula cuadrada. Después fijen su vista en el punto negro ubicado dentro del cuadrado blanco. Ahí está la respuesta a la reflexión de esta semana y mi argumento para poder cambiar el fondo. En cosas como éstas, donde uno es un experto, y entiende también la percepción visual, un ejemplo tan simple, nos lleva a demostrar que no cualquiera puede obtener una combinación de color que realmente comunique y funcione, así por que sí.
Hasta la próxima.