Por Fabiana Porta, Vicepresidenta Adjunta y Directora General de Pospago y Marca en AT&T México
Hoy, los consumidores no solo compran productos o servicios; buscan algo que les haga clic, algo que importe. Por eso, las marcas ya no pueden limitarse a lo básico. Necesitan creatividad, pero no cualquier creatividad: la que desafía, la que construye, la que transforma.
Hay diferentes formas de ser creativo, y no todas necesitan ser explosivas. A veces, la clave está en ser funcional: resolver problemas de forma rápida y efectiva. Otras, en ser adaptativo, tomando lo que ya existe y dándole un giro inesperado.
Luego está la creatividad empática, esa que conecta porque entiende. Y, por último, la radical: la que se atreve, la que incomoda, la que rompe las reglas. ¿El secreto? Saber cuándo usar cada una.
Pero la creatividad no pasa sola ni por arte de magia. Convertir ideas en estrategias reales es el verdadero desafío. En mi experiencia, las mejores ideas nacen cuando te atreves a mirar donde otros no ven nada.
¿El panorama es complicado? Claro. ¿Hay bloqueos? Siempre. Pero las limitaciones —un presupuesto corto o una fecha límite imposible— suelen ser tus mejores aliadas. Obligan a salirte del molde.
La creatividad tampoco es un destello que aparece de la nada. Es un proceso. Tu primera idea rara vez es la buena. Iterar, fallar, aprender, volver a intentar: ahí está la magia. Cambiar de perspectiva también ayuda. Habla con alguien fuera de tu burbuja, escucha música distinta o sumérgete en un libro inesperado. Las conexiones más auténticas nacen cuando menos lo esperas.
Al final, la creatividad no solo genera campañas. Construye vínculos reales y memorables. En un mundo tan lleno de ruido, eso lo cambia todo.
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