Uno de los momentos más importantes para cualquier marca es cuando introduce un producto en el mercado. Sin embargo, aunque se habla del “lanzamiento” como una categoría uniforme, lo cierto es que realmente no lo es. No es lo mismo cuando un artículo se muestra por primera vez a todo el mundo que cuando se enseña en una ciudad o localidad nada más. De hecho, a saber existen dos tipos fundamentales: el fuerte y el débil. No obstante, ¿cuándo es conveniente realizar uno del primer tipo que acabamos de mencionar? En las siguientes líneas mencionaremos algunos de los puntos más importantes sobre este tema.
El lanzamiento fuerte, en contraste con el débil, se caracteriza por su masividad, es decir, está dirigido a un gran volumen de personas. En este sentido, una de las primeras características que se deben tener para realizar una actividad de este tipo es que la marca tenga un público meta considerablemente amplio.
Aunque no es forzoso, se buscará que se lleve a cabo en distintos países. Esto implica que, más allá de involucran una acción aislada, el lanzamiento fuerte coordina una serie de actividades de manera simultánea en distintas partes.
Por supuesto, se considera que el lanzamiento fuerte por sus dimensiones y su masividad implica una inversión considerablemente grande para ser llevada a cabo. Se gasta en logística, en materiales e incluso en algunos gastos que deben tomarse en cuenta al momento de realizar este tipo de acciones de mercadotecnia y que son mucho más amplios que los que se requieren cuando se trabaja en un lanzamiento débil.
Sea cual fuere el caso, y como pasa en cualquier estrategia de marketing, es necesario que las marcas midan los resultados de sus acciones con la finalidad de optimizar su posterior estrategia de negocios y para que, de esta manera, el impacto que se tenga al implementar una campaña similar sea casa vez mayor.
