Probablemente todos nos hemos sentido tímidos en algún momento de nuestras vidas. Vamos a una fiesta donde no conocemos a nadie y nos hace sentir preocupados y fuera de lugar. Para algunas personas la timidez es tan intensa que les impide interactuar con otros, a pesar de que es lo que más desean. Lo vemos desde la infancia hasta la edad adulta, llevándonos a problemas para relacionarnos fuera y dentro del trabajo.
¿Qué es la timidez?
No es una enfermedad, no es un tipo de personalidad, es simplemente un comportamiento excesivo de evaluación crítica que uno tiene de sí mismo. Y como es un comportamiento, éste se puede modificar para bien o para mal.
¿Hay algo bueno en ser tímido?
Claro! La gente tímida piensa antes de actuar. Tal vez demasiado a veces pero en general son más cautos a la hora de actuar. Evitan riesgos innecesarios y planean, planean mucho. Según teorías evolucionistas, la timidez nos hace acercarnos a algo nuevo con cuidado y de alguna manera ayuda a nuestra sobrevivencia.
Además, ser tímido puede ayudar en posiciones relacionados a recursos humanos. ¿Por qué? Porque si eres tímido, tiendes a escuchar más que hablar, lo cual hace que la gente se abra más fácil contigo y esto a la vez, puede hacerte en un mejor líder. Si las escuchas, la gente se siente entendida.
¡!Pero los reflectores están hacia mí!!
Cuando uno es tímido sientes las miradas de todos hacia ti. Crees que se te nota lo mal que te la estás pasando, crees que todos han visto que no combina bien el traje con la corbata, que el cabello no te quedó bien, que usaste mal un término, que estás solo. Además, piensas que los demás la están pasando bien, pero tu no.
El error más grande es que entonces la persona tímida se frustra y se va. Al irse, no se da la oportunidad de trabajar sobre la dinámica propia de la timidez: calentar poco a poco. Tomemos un ejemplo típico: ir a una fiesta donde no conoces a nadie excepto al que te invitó. La persona tímida por lo general llega cuando la fiesta ya empezó para evitar la pena de ser de los primeros. Luego se va a estacionar cerca de las bebidas o de la comida. Al sentirse frustrado porque no ve que todos están conversando, al cabo de un poco tiempo, se va de la fiesta.
Tres consejos
1. Si recordamos que un elemento fundamental de una persona tímida es que le cuesta más tiempo que a otros irse sintiéndonos cómodos, lo primero que hay que hacer es no desesperarse e irse.
2. Llegar tarde a la fiesta resulta ser peor. Para entonces, la gente ya fue agrupándose y por lo tanto es más difícil integrarse a estos grupos. Al contrario, si llegas temprano, te dará oportunidad de conocer a otras personas que tal vez se sientan igual de perdidos que tu.
3. Habla poco pero con varias personas diferentes. Una manera fácil de interactuar es preguntar cómo conoce al organizador de la fiesta. Presentarse de manera cordial y tomar la iniciativa, ayuda mucho más de lo que uno se imagina. Además, después de un rato, verás que tienes la oportunidad de intercambiar otras palabras más cuando te encuentres a la persona en las bebidas, al pedir tu auto, o en otros eventos. No solo eso, al ver la gente que interactúas con varias personas, se convierte como un imán hacia ti. Es decir, tú ya no tendrás que ir a la gente, la gente irá hacia ti.
Recuerda que todos sin excepción somos tímidos. La única diferencia es que unos manejan la timidez mejor que otros, no dejan que la timidez los controle, sino ellos controlan la timidez.
Gabriela Romo es psicóloga, trabaja con la comunidad latina del área de Washington, DC y tiene un programa de radio semanal en América 900 AM. gaby@gabrielaromo.com @romocounseling