La competencia por ser la anfitriona es feroz. No sólo por los beneficios turísticos implícitos que brinda el evento al país que los celebra durante el verano, sino también porque los juegos representan un enorme escaparate para promocionar el destino y su imagen.
Tokyo, que arrebató la sede a Madrid y Estambul, presentó su candidatura en una época clave, en la que vive una férrea competencia con Korea en el ámbito tecnológico y comercial, como en el caso de los teléfonos celulares, tabletas y la industria automotriz, después de varios años de haber llevado el liderazgo en dichos rubros. Es por ello que requiere reinventarse y mostrar al mundo lo que le ha dado, principalmente en cuanto a personajes animados, juegos de video, capacidades e innovación tecnológica.
Japón aprovecho magistralmente el cierre de los Juegos en un aparador previo al suyo, para abrir el apetito curioso y dar el banderazo de salida a lo que sin duda, será una carrera por ganar adeptos y fortalecer su imagen en el mundo. Lo hizo con un excelente storytelling en el que mezcló su cultura, la modernidad de la capital del país asiático y los activos que ya son famosos en todo el mundo y gozan de una afanosa empatía, como son los característicos personajes que aparecen en el video de presentación.
Así, tras bambalinas de los próximos juegos se asoma una gran promesa para la industria de la comunicación, que esta vez, haciendo gala de la tecnología, seguramente nos sorprenderá. Al igual que como lo hizo en 1964, siendo también sede Olímpica para mostrar al mundo los adelantos del Japón en el duro período de posguerra y cómo resurgió cual ave fénix. Ahora, promete sorprendernos con dispositivos de traducción, vehículos sin conductores, aplicaciones turísticas y diversos servicios robotizados en una de las ciudades que a pesar de su densa población, es una de las más seguras del mundo.
Estemos atentos a lo que será sin duda un gran espectáculo y nido de estrategias de comunicación que llegarán para quedarse, olvídense de Pokémon Go, comienza a ser parte del pasado. Sin duda.
