La semana pasada abordé el tema de una serie de cosas odiosas aplicadas desde el BTL por las cuales las personas suelen criticar al marketing. Siguiendo bajo esa tesitura, en esta ocasión, me interesa tocar un punto que se ha convertido en una práctica frecuente entre agencias y marcas.
Sabemos que el BTL aporta a las campañas atributos como personalización e innovación, esta claro que bajo este concepto de publicidad, las personas pueden vivir experiencias más intensas y por tanto engancharse de una manera más estrecha, es como entablar una relación amorosa y alimentarla por medio de detalles únicos.
Sin embargo, hemos llegado a una etapa en donde el detalle no se basa en la idea de enamorar a la persona que se le realiza, sino con la intensión de enganchar de manera exponencial, sin importar que para ello se empleen cínicamente mentiras piadosas o incluso algunos pecados mortales.
Ejemplos de lo anterior lo vemos cuando reproducimos ese video que en su viralidad nos revela que no fue un hecho espontaneo, sino que planeado con actores y guiones muy específicos, se logra llevar la idea muy fielmente. Quiero precisar que en el BTL se debe planear, hacer guiones y protocolos de acciones, además de contratar bailarines, actores, modelos y edecanes. Lo terrible es que se presuma un momento como genuino y espontaneo, cuando solamente fue un performance para producir el video.
Otro ejemplo es cuando vemos recomendaciones, sugerencias y críticas de supuestos consumidores, sabemos que después de los infomerciales todo parece estar permitido, y que después de los mismos todos los consumimos con la romántica idea de omitir la falsedad, sin embargo, esta acción se hace cotidiana y elimina la posibilidad de encontrar comentarios verdaderos de las marcas que nos interesan.
A la lista de simulación se suman los embajadores de marca que aseguran comer, untarse y dormir con la marca, lo cual es una mentira pues se llegan a dar casos en los que lo anunciado o difundido solamente es conocido en el momento del montaje.
El ataque o auto-ataque también se convirtió en otra estrategia que adquiere dimensiones muy cotidianas, ahora las agencias proponen desgastar a la marcas por medio de comentarios y guerrillas, para que luego las mismas resurjan desde las cenizas como el ave fénix.
Por último una actividad muy frecuente es que marcas pequeñas tomen campañas de grandes firmas, las tropicalicen y entonces hagan una versión muy singular, es una simulación si duda, aunque cabe decir que hay poco nuevo bajo el sol, por tanto la publicidad se basa en tomar el nombre de los ya reconocidos, imitando sus campañas o el duplicando sus mensajes.
El dilema del BTL es como esa famosa frase del Príncipe de Dinamarca (mejor conocida como Hamlet) de la autoría de William Shakespeare “ser o no ser, esa es la cuestión”.