Vierte un montón de mentiras y mézclalas con pequeñas verdades, aunque éstas sean a medias. Hornéalo. Aún los criminales requieren armar una estrategia de comunicación para justificar sus inexcusables actos y tratar de trascender.
Esta columna sale a colación por las recientes noticias sobre el Chapo y su presunta relación con Sean Penn y Kate del Castillo, que acaparan desmedidamente los noticieros y las charlas informales. Quizá nadie hubiera podido imaginar que uno de los más reconocidos actores de Hollywood y una afamada actriz mexicana se hayan visto implicados con el hombre más buscado del mundo para un simple fin: generar información que redima a Joaquín Guzmán Loera y provoque una gran oleada de comentarios y discusión a su alrededor.
Tampoco que el Chapo haya estado planeando una película autobiográfica, justo cuando estuvo encarcelado y después, escondido de la justicia. Y qué además haya brindado ya una entrevista e incluso, permitido que se le interrogue en video.
Lo cierto es que, si analizamos muchos otros casos de criminales y personajes mediáticos “del lado oscuro”, es una situación muy común. El mismo Adolf Hitler escribió el libro Mi Lucha (Mein Kampf) para justificar su ideología y contó con todo un ministerio de propaganda a su favor. Pero también lo han hecho asesinos en serie, grandes dictadores y muchos otros personajes que teniendo la fama y el dinero, pretenden una trascendencia de héroes, algo que el capital simplemente no puede comprar.
Hurgar en la mente de un personaje así es algo muy atractivo, sobre todo desde el punto de vista periodístico. Tratar de descifrar su origen, sus motivos y motivaciones. Su vida cotidiana, sus preferencias y su opinión sobre temas de interés general. Más aún, de temas polémicos. También, irresistible para los curiosos enterarse de ello y darle al malo un voto de confianza para que tal victimario pueda pintarse de víctima.
Conocer esa dualidad mediante la cual, el narcotraficante tiene también sus destellos de responsabilidad social para construir escuelas, caminos y ayudar a sus vecinos. O bien, cómo con una persona con educación básica escaló tantos escalafones para poner en jaque al gobierno de un país. Todo esto es ingrediente para un contenido atractivo aunque muy cuestionable, capaz de generar un impacto que muchos asesores de imagen, estrategas de comunicación política y profesionales de marketing desearían para sus clientes, pero falto de moral cuando se le adula.
Temas que son incluso, ideales para crear cortinas de humo e inspirar otra exitosa serie sobre narcotraficantes.
El amarillismo y los temas tabú atraen, e incluso los criminales más famosos son incapaces de resistirse a contarlos para dejar su huella, aunque el contenido no sea nada constructivo. Así que vale la pena reflexionar sobre la glorificación de dichos contenidos y su repercusión.