Los aviones se han convertido en otro de los espacios ideales para llevar a cabo acciones below the line, desde convertir una aeronave en cuartos de hotel hasta realizar flashmobs. Sin embargo, durante el año también vimos que a veces un avión puede ser toda una pesadilla.
Recordemos que recientemente un avión de Volaris en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) fue desalojado tras recibir una falsa alerta de bomba.
La alerta inició cuando un pasajero en estado inconveniente activó un tobogán de emergencia, lo que movilizó a elementos de seguridad de la terminal aérea. El hecho dejó conmocionados a los pasajeros, pero también a las personas que estuvieron involucradas indirectamente como es el caso de los familiares de los viajeros.
Otro caso se dio hace unos días cuando el vuelo 3351 de Aeroméxico tuvo que aterrizar de emergencia debido al desprendimiento en la tapa del motor.
Aunque la aerolínea no dio detalló alguno, y sólo emitió a través de un comunicado que el aterrizaje fue por un procedimiento de seguridad, los usuarios se encargaron de difundir el hecho en las redes sociales.
Ni qué decir de los aviones perdidos o que se estrellan. Tan sólo en marzo de este año un avión de la aerolínea alemana Germanwings se estrelló en los Alpes franceses con 152 pasajeros, incluyendo dos bebés.
Sin afán de ser paranoicos, queda claro que las aerolíneas tienen una gran tarea: brindar la seguridad y la confianza a los usuarios para que lejos de padecer los vuelos, los disfruten.