Si te dijera que en un solo evento tienes a tu disposición una afluencia superior a 750 mil personas para mostrarles tu marca, ¿Qué harías?
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Seguramente el número de asistentes llamó tu atención. Muy superior a esas cifras a las que estamos acostumbrados en estadios de fútbol soccer, conciertos masivos, ferias comerciales, congresos y eventos en universidades, por citar sólo algunos. Me refiero al evento más grande de Latinoamérica, a la segunda Feria del Libro más importante del mundo y la primera en tamaño. Un foro que logra reunir cada año un número de visitantes siete veces mayor a la capacidad que tiene el Estadio Azteca, y que, aunque es desaprovechado por muchas marcas, ha sido bien explotado por las principales editoriales en nuestro país y muchos medios de comunicación: La Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Así, en la Feria que este pasado domingo 7 de diciembre concluyó con su edición número 28, no resultó extraño toparse con una cabina telefónica inglesa en cuyo interior era posible enviar un mensaje de felicitación a Mafalda por sus 50 años, una acción de guerrilla marketing que llevó a cabo un conocido restaurante para persuadir a sus comensales potenciales, mediante edecanes con camisetas rojas que tenían diversas frases, una pared llena de mariposas amarillas y en ellas, mensajes de reconocimiento y agradecimiento a Gabriel García Márquez, una lata de cerveza con imagen de la FIL de Guadalajara impresa, una sobrecargo sosteniendo una pancarta con la frase “No quiero que me bajes las estrellas, mejor acércame a ellas.”, una bolsa de Librerías Gandhi con la oración “No te hagas el boludo y lee”, haciendo clara referencia al país invitado del evento: Argentina.
Precisamente como sucede dentro de los libros, las posibilidades de las marcas son infinitas. Aún en un espacio saturado de contenido, todavía hubo cabida para ese ingenio que pretende seducir a los miles de lectores que entraron a Expo Guadalajara para comprar historias que nutrieran su imaginación. Es cierto, lo importante es el mensaje, pero muchas veces lo trascendental es el medio.
Valga entonces la pena reflexionar sobre un segmento tan interesante y que creíamos perdido. Nos quedamos con esa idea de que los mexicanos leíamos en promedio medio libro al año. Pero, a pesar de que la cifra ya aumentó, y aunque aún sigue siendo muy baja, paradójicamente, el evento con más asistentes (y por muchísimo) en nuestro país, está dirigido precisamente a los lectores, muchos de los que en esa gran feria cultural echan montón vaciando sus bolsillos para llenarlos de libros. #SOMOSLECTORES