Ciudad de México.- Existen detalles que convierten a un mercadólogo en “El Mercadólogo”. Muchos de estas pequeñas características se presentan todos los días, cada vez que se toma una decisión o se comienza un nuevo proyecto, incluso, durante las actividades cotidianas.
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Estamos hablando de los hábitos, esas manías que acompañan a los publicistas, mercadólogos y creativos durante su día a día y que con base en la repetición constante se han convertido en habilidades complejas. Capacidades bien pulidas que saltan justo en el momento necesario porque se han impregnado en la personalidad de los profesionales del marketing.
El trabajo y la experiencia son los forjadores de estos hábitos que a continuación enumeramos:
Ser muy observador: estar atento a la actividad de las diferentes marcas del mercado. Desmenuzar los comerciales de televisión, los anuncios en la carretera, las activaciones en el súper y las promociones en redes sociales.
Ser curioso: leer todo lo que cae en tus manos. Los mercadólogos están en contacto con múltiples targets así que es importante documentarse sobre prácticamente cualquier cosa: futbol, política, naturaleza, moda, medicina, economía, tecnología, etcétera.
Darse tiempo para estar con los emprendedores: una forma de permanecer actualizado es acercarse a los generadores de nuevas ideas. Normalmente ellos descubren necesidades y problemas no atendidos y los resuelven de forma creativa.
Salir al mundo real: ser mercadólogo de oficina es como mirar los toros desde la barrera. Es necesario estar en contacto con el consumidor de manera directa, estar en los lugares que visita y comprar las cosas que compra, sólo así podrás saber de qué adolecen los productos y los puntos de venta.
Experimentar: tomar riesgos para encontrar beneficios. Muchas agencias se quejan de que las marcas no apuestan por innovación en marketing, que les da miedo usar nuevas tecnologías o nuevas formas de aproximarse al consumidor. Muchas veces los que frenan este progreso son los mercadólogos dentro de las empresas que buscan lo convencional, lo probado, lo utilizado hasta el cansancio.
