El éxito en relaciones públicas no solo depende de saber qué decir, sino también de tener claridad en lo que debemos evitar.
Toma nota …
- Ignorar la crítica: Ignorar los comentarios negativos puede parecer más sencillo, pero rara vez es la mejor opción. En lugar de dejar de lado las críticas, es fundamental abordarlas con empatía y soluciones. Una respuesta bien manejada ante una queja puede convertir una experiencia negativa en una oportunidad para fortalecer la imagen de la marca.
- Manipular la información: Distorsionar los hechos o exagerar logros puede parecer una solución rápida, pero arriesga la credibilidad a largo plazo. La transparencia y la autenticidad en los mensajes construyen relaciones de confianza y protegen la reputación de la marca, especialmente en un entorno digital donde la verdad tiende a salir a la luz.
- Reaccionar Impulsivamente: Ante una situación de crisis, es natural sentir presión por responder rápidamente, pero una reacción impulsiva puede agravar la situación. Tomarse un momento para evaluar y decidir la mejor respuesta garantiza una comunicación pensada y efectiva. La calma es un activo valioso para cualquier profesional de PR.
- Perder la consistencia del mensaje: Cambiar el tono o el mensaje de un canal a otro confunde al público y diluye la identidad de la marca. La consistencia asegura que el público forme una imagen estable y clara. Aunque cada plataforma puede tener un estilo diferente, el mensaje central debe mantenerse.
- Olvidar a la audiencia objetivo: Recordar siempre a quién nos dirigimos es esencial. Elegir temas, tonos y plataformas que no resuenen con el público objetivo reduce la efectividad de cualquier campaña de PR. Conocer y adaptar la comunicación a las preferencias de nuestra audiencia marca la diferencia entre un mensaje que conecta y uno que pasa desapercibido.
Hay que tener habilidad para anticiparse y evitar generarnos un problema mayor o una crisis innecesaria.