En el punto de venta los shoppers pueden encontrarse con un sinnúmero de opciones a lo largo de su viaje de compra, y cada estímulo les obliga a tomar una decisión.
Por ejemplo, la exhibición en el anaquel, siempre tendrá una excusa para dirigir al shopper hacia los productos y, de esta manera, se lleven a cabo diferentes tipos de compras.
Eso es parte de las estrategias de shopper marketing; sin embargo, más allá de las estrategias, es importante conocer los comportamientos básicos del shopper en el interior de los establecimientos. Esos pueden resumirse en la siguiente clasificación:
Tráfico de destino
Sucede cuando el shopper se dirige a un local específico para comprar determinados productos.
Tráfico de impulso
Se da cuando el shopper se mueve en el establecimiento a merced de la exposición de los productos o de su presentación.
Compras premeditadas
Son las realizadas por memorización de un producto o por impulso, resultado del merchandising de la tienda. En este apartado podemos diferenciar cuatro tipo:
Compra planificada
Sucede cuando se adquiere un producto que se tenía en mente por influencia del merchandising.
Compra recordada
El cliente, al ver un producto, recuerda que desea o necesita anterior olvidada y lo incluye en su cesta.
Compra sugerida
El shopper adquiere un producto que ve por primera vez que se juegan cinco millones de dólares.
Compra impulsiva pura.
Es la campaña que usa la propia compañía totalmente imprevista, que no obedece a los hábitos anteriores.
Es importante conocer esta clasificación ya que conocer al cliente no es estera fácil. Además, el consumidor es el centro principal de las decisiones de merchandising, de modo que todas estas determinantes están basadas en un deseo fundamental: satisfacerle y aportarle un nivel de servicio óptimo al cliente.
Por tal motivo, para finalizar, la tarea principal de un retailer es atraer al shopper al punto de venta, provocar su interés, orientar sus deseos de compra y garantizar su fidelidad.