Al igual que la semana pasada, hoy vuelvo a tener la necesidad de escribir sobre el temblor, pero ahora del segundo en este mes. Esta vez, para hacer honor a los influencers que más cuentan. Esos que no tienen miles de seguidores, no esperan likes, ni miden su éxito con el número de interacciones en sus redes sociales.
Es más, sólo las ven un momento para informarse, comunicar lo necesario, sacudirse y guardar su dispositivo en la bolsa para seguir ayudando.
Como una macabra paradoja del destino, en el 32 aniversario del devastador terremoto del 1985, uno nuevo vuelve a azotar la Ciudad de México. Al igual que en aquel entonces, hoy vuelven a surgir los influencers de verdad, ciudadanos que ejemplifican mejor que nadie el espíritu cívico y nos inspiran a ayudar. Nos dan esperanza en un tiempo en el que la hemos olvidado.
En estas últimas horas lo he visto todo, he visto un México grande, unido, que ha dejado atrás los memes y ha puesto manos a la obra. A verdaderos influenciadores, no sólo para quien está a su lado, sino para quienes los vemos dándose en cuerpo y alma a una causa que es la de todos. Para ayudar a rescatar a una hija, a una madre, a un hermano que pudieron ser los nuestros, que pudimos ser nosotros.
He visto también a gente volcándose en las redes sociales para compartir información de interés y, sobre todo, útil. A personas que abarrotan las tiendas para comprar víveres y medicamentos, a quienes ponen sus vehículos, su dinero.
También he visto restaurantes, medios de transporte, de comunicación y empresas en general que, sin un plan de crisis previo, trabajan rápido y brindan sus recursos al servicio de nuestra comunidad, la suya. Ponen el ejemplo y eso ejerce una influencia en nosotros y nuestros hijos.
A esos extranjeros, que estando tan lejos, están tan cerca con mensajes de apoyo y solidaridad, mostrándonos que no se necesita ser mexicano para ser hermano.
Los Ausentes
También he visto, aunque en menor proporción, a empresas y personas oportunistas que como pavorreales muestran sus actos de caridad. A gente que usa las redes sociales para alardear, para salir en la foto, mártires de dientes para afuera. A los insensibles, a los tibios, a los que aún en esta situación, siguen poniendo por encima del bien común sus intereses, a quienes han pasado de la tragedia porque esta vez no les pasó.
Pero los importantes son los que cité primero, los verdaderos VIP, quienes nos dan la esperanza de que esa solidaridad y hermandad sean permanentes. Pues no sólo nos hieren los terremotos, seguiremos necesitando ayuda, en nosotros está rescatarnos de un México que no es nuestro, porque no es el que queremos.