Esta columna no solo aplica para agencias de publicidad sino para cualquier tipo de empresas. Todo empresario que haya emprendido su empresa desde cero me entenderá y tú que estás pensando en emprender lo que sea, espero te pueda servir de inspiración. Aún no digo que ya la armé, me falta muchísimo, y ni cuando me muera realmente sabré lo que inicié porque quiero que después de mi muerte el nombre de la agencia siga por los siglos de los siglos. Mi visión va más allá de dinero, es un proyecto de vida que lo quiero compartir con cada talento que se suba a este barco porque nos vamos a divertir en el trayecto. Cumplimos 10 años pero esta fiesta apenas está comenzando.
Todo empezó cuando, aun siendo estudiante universitario, me corrieron en una agencia de publicidad porque mis ideas no eran suficientemente buenas. Era -trainee- y antes los trainee éramos considerados el último eslabón de la cadena alimenticia; recuerdo que una vez le pedí el número de teléfono a una chava de cuentas y me contestó que no salía con trainees, true and sad story.
Aún ni se conocía el término, pero seguro yo era muy millennial: preguntón, contestón y defensor de mi punto de vista, aunque me callaran. Al día siguiente de que me corrieron imprimí unas tarjetas de presentación, personalicé mi correo y puse como título CEO; así fue como inicié mi mejor idea y amor más grande: Figallo / No Format Agency. No siempre se llamó así, arrancó como: Figallo INC, luego Figallo Comunicaciones, y con seguridad irá cambiando de nombre, conforme vayamos evolucionando y madurando.
En aquellos años, decía que era publicista y la gente me decía, “ah, eres publicista, ¿me imprimes unas tarjetas? Nunca me gustó que me asociaran con eso, pero tenía que pagar mis gastos, así que respondía, “sí, te las diseño y te las imprimo”. De repente mucha gente me empezó a buscar para que les hiciera sus tarjetas de presentación, y mi cartera de clientes comenzó a crecer en las fiestas y antros, a donde iba los jueves, viernes y sábados en la noche. Mi mamá me decía que eso no me iba a dejar nada bueno, se equivocó.
Unas semanas después de haber terminado la universidad, sin pensarlo busqué unas oficinas en renta en la colonia Roma; firmé el contrato y me aventé. No era una gran oficina, pero así empezó todo. Comencé a leer libros de gestión y administración, seguí en redes a gente que me inspiraba y usé el sentido común. Poco a poco ya no sólo hacía tarjetas de presentación sino estrategias de marketing, ejecución de campañas con acciones digitales. Hoy después de 10 años somos una agencia creativa con un equipo de 25 talentos; siempre aprendo de su experiencia, pues ellos me van guiando, con base en lo que vivieron y aprendieron en otras empresas más grandes. Realmente nunca tuve la oportunidad de vivir eso, pero estoy seguro que en un futuro lo haré, dirigiendo una gran agencia, la mía.
En este tiempo he visto innumerables contenidos sobre emprendimiento, quotes de inspiración en redes sociales, conferencistas que hablan acerca del tema. Sin embargo, nunca te explican cómo realmente se vive eso que llaman emprender.
De entrada, dicen que si una empresa sobrevive 5 años ya la armó, no lo creo, porque entre más creces tu rentabilidad baja. Si hablamos de rentabilidad para mí el quinto año fue maravilloso. Un costo operativo bajo y con buenas rachas de cuentas ganadas. Pero la realidad es que en cuanto más creces, más recursos necesitas: infraestructura, gente, salarios, etc. Tampoco es conveniente mantener un negocio de nivel junior porque la zona de confort es muy peligrosa.
Lo que no te dicen de emprender es que te enfrentarás a situaciones a las que jamás, en ninguna clase de la universidad, te enseñaron cómo solucionar. Lo único que te hará vencedor es la forma en cómo manejas cada situación. Entre ellas lidiar con un cliente enojado, dar seguimiento a tu cobranza, solucionar un conflicto interno con tu equipo de trabajo. Aquí es donde verás que no solo diriges un negocio o administras dinero, sino estados de ánimo.
Por otro lado, el error de muchos emprendedores es el ego o el miedo a trabajar con gente más experimentada, pero el camino al éxito es ser humilde, estar abierto a muchos cambios y a escuchar, no a imponer. Créeme, crecer duele y duele un montón, pero todo es aprendizaje, y conforme vas avanzando van apareciendo nuevas personas que te hacen ver que solo no puedes: debes delegar responsabilidades y dejar que alguien más comparta el riesgo contigo. Fue así como me abrí a tener un socio constituido, que no aportó dinero sino su cerebro y talento. Lo conocí a través de un colega, nos caímos bien, hablamos de cómo las ideas pueden cambiar al mundo, nos dejamos guiar por nuestra intuición y sin conocernos de años nos asociamos; hoy más que mi socio es mi hermano: mi querido Wacha.
También debo decir que otra limitante es el dinero y ahí es cuando tu cerebro no puede cerrarse, tienes que hacer más con menos. Al formar un equipo, el último que come eres tú. Libros de finanzas dicen que el dueño debe ser el primero en cobrar, en la práctica no es así. A eso hay que sumar que, el -rush- del día a día es agotador. No terminas de pagar una quincena cuando ya estás entrando a la otra. Las cuentas por pagar son interminables y las entradas de dinero no son tan rápidas como uno quisiera, así que debes buscar oportunidades de negocio y a la vez encargarte de todo, desde si una computadora ya no prende hasta batallar con un cliente que no te quiere pagar o solucionar un tema de contrato. Entender que se debe firmar contratos me llevó años, busquen un abogado y que les redacte y les revise los contratos. ¡Qué flojera pero es necesario! Siempre tienes que estar preparado para lo que ocurra. En el sismo del #19S perdimos la oficina donde estábamos; de la noche a la mañana se perdió casi todo. En menos de 30 días ya estábamos en un nuevo hogar, empezamos casi de cero… otra vez, y hasta el día de hoy hay secuelas de lo mucho que se perdió.
No obstante, el sismo nos quitó una oficina pero nunca una agencia. Ganarás dinero, perderás dinero, pero jamás puedes perder tu espíritu de levantarte cuando las cosas no te salen de maravilla, reponerte rápido y seguir hacia delante. Todo está en la mentalidad de cómo creas tu propio destino. Si no tienes carácter no emprendas. Tener carácter no es gritar y enojarte de todo, carácter es lidiar con todas las situaciones, favorables y adversas.
Hoy puedo decir que una empresa no se hace para que los socios sean millonarios, sino para ser una plataforma que distribuya las ganancias, y donde el dinero sea visto como un instrumento más para poder llegar a los objetivos. En unos años quiero liderar una compañía reconocida por su nivel estratégico y creativo, y que la facturación sea la consecuencia, nunca el fin. Un lugar donde la gente sea feliz y donde tenga la estabilidad económica que busca, acorde con sus habilidades y aportaciones.
El otro día leí que, de más de 100 países, México es el número 75 en el Índice Global de Emprendimiento 2018. Esto se debe a que los emprendimientos mexicanos tienen bajas evaluaciones en los rubros de soporte cultural, percepción de oportunidades de negocio y habilidades emprendedoras.
En mi experiencia puedo decir que impulsar un negocio y mantenerlo es muy complicado, mas no imposible. Es normal pensar en tirar la toalla, yo lo he pensado en varias ocasiones, pero jamás lo hice ni lo haré, así tenga que empezar todo de cero. Siempre iré hacia adelante, no importa la situación porque, en cualquier caso, los emprendimientos se construyen a base de prueba y error, y en el camino hay diferentes obstáculos que se deben sortear, pero también está lleno de aprendizajes y de grandes satisfacciones. ¡Gracias a todas las grandes personas que me ayudan hacer esta idea posible y también gracias a las malas experiencias que me ayudan a forjar carácter! Gracias, gracias, gracias.